A pesar de ser definidos de esta manera desde tiempos inmemoriales por nuestros vecinos (naveros de Benatae, rabudos y brujas de Orcera, lagartos de Torres de Albánchez, pescaores de La Puerta, pajeros de Génave, etc...), entre las astas de nuestra atribulada testuz también se esconde cierta cordura a veces, el sereno cabreo del ciudadano harto de ser despojado de su ilusión, de ser ninguneado por una administración siempre lejana, y a menudo ineficaz, para la que sólo contamos verdaderamente a la hora de contribuir al erario público, y, más bien poco, cuando se trata de exigir los servicios que injusta e históricamente se nos vienen negando, de manera sistemática, por polítiquillos de tres al cuarto a los que sólo interesamos en los momentos previos a introducir el voto.
POST-SCRIPTUM:
De todos es sabido que tras cumplimentar el escueto -aunque democrático acto- que arriba menciono, esta sedente casta de privilegiados recobra su recalcitrante amnesia, su natural desgana por abordar los problemas que la insistente realidad les arroja a la cara como un escupitajo.
Un auténtico buey loco, con no poco acierto, definiría este asunto de tal manera:
"...prometer hasta meter, y una vez metido... se acabó lo prometido",
yo añado: "...lo proMENtido".
Imagino que los habitantes del pueblo del buey loco son los sileños.
ResponderEliminar